Hablemos de cosas que no tienen sentido, dejemos que las palabras vuelen a través de la suave brisa que nos acaricia. Siente como las lágrimas que sacuden mi tranquilidad nacen en un mar de sombras para unirse de nuevo al océano. Aprecia el ligero temblor con el que bailan mis manos y escucha en el leve sonido de mi voz el lamento de un alma que pide misericordia.
¡CLEMENCIA MI SEÑOR!
Pues no se como continuar en esta lejana senda alejada de la mano de mi ama. Escucha señor mi ruego, te imploro piedad. Nefasta fue mi decisión que en un auge de sentimientos, condenó al viajero que reside en mi interior. Escucha señor mi petición y el grito insonoro de mi corazón
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