Estoy cansada de sentir que todo me atraviesa y pasa de largo mientras caigo al suelo, sin embargo así es. La lágrima que recorre mi mejilla en este instante haciéndome la más triste compañía. Estoy cansada de gritar que te quiero, estoy cansada de luchar por algo que no llegará a nada. No sabes el dolor agridulce que me provoca recordar las charlas en las que reíamos sin parar, la sonrisa tonta que se me queda cuando recuerdo el tacto de tu mano acariciando la mía Un cúmulo de sentimientos me atosiga, me agarran por los tobillos y no me dejan avanzar.. ni tampoco huir. Lo admito... TENGO MIEDO. Tengo miedo a que me hagan daño, a volver a sufrir, y verme sola de nuevo rodeada de tantas caras inexpresivas que no decían nada. El temor de que algún día simplemente desaparezcas, no poder cumplir lo que hoy mas deseo, un mundo contigo, es cada día mas grande.
Lo sé, solo soy una niña, no puedo ofrecerte regalos caros ni viajes extraordinarios, vivo todavía bajo el yugo de mi familia, no tengo nada salvo un corazón sincero que se muere de ganas de susurrarte palabras que jamás has oído, unas manos que arden en deseos de palpar cada parte de tu cuerpo y sentir el suave tacto de tu piel. Una mirada que ansía encontrarse con la tuya y unos labios que no tienen más afán que besar tu boca.
Quiero sentir esas mariposas revoloteando en el estómago, y apreciar los pequeños detalles que sin darnos cuenta aparecen cuando menos lo esperamos. Quiero volver a esos días en los que jugábamos como si no hubiera mañana y recrear esas conversaciones en las que repetíamos una y otra vez cosas que ya decíamos pero que seguían haciéndonos reír. Quiero que en las noches frías en las que la lluvia sacude mi calma vengas y me arropes ahuyentando el temor de lo desconocido y alejando a mis propios fantasmas.
Tal vez pida mucho, tal vez no. Pero el deseo de tenerte cerca crece con cada caricia.
¿Pero qué puedo hacer yo si cuanto más tiempo pasa más razones aparecen para no dejar de quererte?
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