Música

miércoles, 22 de mayo de 2013

Ergo

Cuantas veces no hemos deseado a lo largo de nuestra vida volver atrás y hacer de otra forma aquellos momentos que en su debido tiempo creímos correctos. Un acto que a simple vista parece inocente, incapaz de hacer daño se vuelca de una manera incomprensible e imperceptible y rompe en cuestión de segundos un sentimiento o una confianza que en el pasado costó forjar. El sentimiento de culpa me corroe lentamente, arrasa con mi cuerpo y calcina mi piel con un dolor más agudo que el de la tortura mas cruel y sanguinaria. Poco a poco, paso a paso sucumbo ante las llamas de la oscuridad y el desasosiego sintiendo como mi espíritu de lucha, mis ganas de amar y mi alma colmada de inocencia se desvanecen sutilmente como ceniza al viento.

Viajo a todos los lugares en los que tu mirada y la mía se cruzaron, tratando de recordar quién era y descubrir quién soy, pero cada avance en el camino supone una duda aún mayor. Barro con la mirada todo lo que me rodea tratando, inútilmente, de encontrarte en esa marea de rostros desconocidos que amenazan con hacerme desaparecer. Lágrimas brotan de mis ojos, recorriendo mi cara y limpiando con su triste amargura el rastro de tus labios. Es solo en mis peores momentos, cuando apareces y sin decir nada te acercas a mi, me abrazas y me pierdo en tus ojos.. en esa cálida y profunda mirada que me conquistó en aquel preciso momento cuando me besaste por primera vez y grito en silencio beber de tus besos, para llegado el día no morir de sed.

Aquella noche las estrellas fueron testigos de como en un mundo colmado de odio, mentiras y maldad, nació un amor destinado a morir. Si, nuestros labios fueron testigos de la lujuria de nuestros besos, nuestras manos sabedoras de la suavidad de nuestra piel.

Fue desde entonces que comencé a creer en la magia.. si, la magia de un amor tan fugaz como una estrella.


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